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SALIR DEL ARCHIPIÉLAGO DE MARFIL…

Por Eduardo Barraza

Torre de marfil. La metáfora evoca encierro, rigidez y lejanía. Se ha usado para calificar la actividad intelectual y es adecuada para referirse a la enseñanza superior. El enclaustramiento en la torre de marfil es un fenómeno mundial e histórico al que no escapan las universidades mexicanas y, lamentablemente, sus facultades de ciencias sociales. Se supondría que deberían estar abiertas a sus entornos sociales y en constante relación con sus objetos de estudio.

 

David Sloan Wilson, biólogo evolucionista que ha emprendido en Estados Unidos una batalla contra dicho encierro, cree más apropiado hablar de “Archipiélago de marfil”. Las torres de marfil están compuestas de otras, y esas otras se fragmentan en otras más.

 

Para poner en relación a las pequeñas torres se ha hablado de interdisciplinariedad. Sin embargo, no han bastado unos pocos --pues pocos son quienes se acogen a esa respuesta--  armados de buena voluntad y cierta metodología. En la mayoría de los casos, la interdisciplinariedad no ha pasado de la intención o la promesa. Es necesario advertir que el impulso debe generarse desde el exterior y el interior del archipiélago, que hay que complementar y armonizar esfuerzos de dentro y fuera. [Descargar para leer completo]

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